En el año 2003, siendo diputado nacional, presenté el primer proyecto de creación del llamado Registro de Violadores, muy parecido a la Ley Megan que se aprobó en 1997 en Estados Unidos, aunque con diferencias por las características de nuestra tierra, población, y costumbres.

La Asociación Argentina de Psiquiatría, entre otros, “ayudó a observar y a notar, que la mayoría de los casos de delitos contra la libertad sexual la cometen actores que comprenden la criminalidad de sus actos, y son plenamente imputables, y que además es muy difícil casi imposible hacer en que no reincidan en sus actos delictuales.

La imputabilidad y la reincidencia son elementos claves, que hacen, que los delincuentes se abstengan, o se cuiden, cuando hay un registro, porque al estar señalados y ser imputables, hasta desistan de su acción.

En el proceso, participaron Isabel Yaconis una madre emblemática, que en ese mismo año 2003, había sufrido el asesinato de su hija -Lucila- y tantas otras como las mujeres de Avivi (Asociación Víctimas de Violación) participaron de ese proceso de lucha que aun hoy todavía continua, con las Madres del Dolor y tantas organizaciones y personas. También distintos legisladores tomaron mi proyecto y otros continuando esta temática. Entre ellos la exdiputada Paola Spatola. 

Hechos tan mediáticos como la liberación de más de 170 condenados por delitos contra la libertad sexual en la Provincia de Buenos Aires abre siempre la herida sobre este tema. 

Muchas madres vienen trabajando desde hace años en esta problemática, entre ellas Isabel Yaconis.  

Debemos recordar que Lucila Yaconis, fue una adolescente de 16 años asfixiada al resistirse a una violación cuando cruzaba el paso a nivel de la estación Núñez, y su madre Isabel, logro después de años de lucha la sanción de un proyecto de creación del Banco Nacional de Huellas Genéticas.

Isabel Yaconis dio una incansable lucha como integrante de la asociación Madres del Dolor, y su Banco Nacional de Huellas Genéticas, creado por ley y promulgado, permite cruzar los datos de ADN hallados en la escena del crimen de su hija con el de violadores condenados en distintos puntos del país.  La creación de ese banco se hizo mediante la ley 26.870, sancionada en julio de 2013 y promulgada mediante su publicación en el Boletín Oficial 10 días después.  Por esto quiero resaltar a Isabel Yaconis como una luchadora ejemplar. 

Los violadores reinciden en un noventa y cinco por ciento por lo que es ideal que, una vez condenados, sus datos ingresen al registro genético para poder ser comparados en otras causas. 

Mi proyecto estaba basado en la “Ley Megan” norteamericana, y en los estudios de la Asociación Argentina de Psiquiatría, que marcaba claramente algunas características de los sujetos que cometían delitos contra la libertad sexual: reincidencia; imputabilidad en la mayoría de los casos; altos niveles de posibilidades de eludir la justicia por habilidad y hasta formación intelectual de los delincuentes, y efecto no solo represivo sino preventivo del Registro de Violadores. 

Mi proyecto fue copiado y retomado por distintos legisladores, y vuelto a presentar infinidad de veces, pero siempre tuvo algún “garantista”, “abolicionista”, “progresista”, o pueden ponerle el nombre que quieran; que permitió, que miles de mujeres no sean prevenidas, alertadas, ni defendidas, ante la cercanía de un perverso abusador, o “una pobre víctima -según algunos de nuestros legisladores- de una sociedad represiva o injusta.

Luego de avanzar tantos años y por lo menos haber hecho comprender la criminalidad del caso y la reincidencia actitudes cómo liberar este tipo de delincuentes nos atrasa en años el trabajo. Esperemos que se recapacite. 

El caso Yaconis – Palabras de su madre.

Lucila, que este año cumpliría 30 años, fue asesinada el 21 de abril de 2003 cuando regresaba a su casa desde la de su abuela y fue abordada por un hombre que intentó violarla y, ante su resistencia, la golpeó y asfixió a metros del paso a nivel cercano a la estación de trenes de Núñez, donde hoy hay una plazoleta que la recuerda.

“Cuando matan a mi hija entré en una vorágine para bajar el grado de dolor y no paré nunca, olvidándome de todo, hasta de mi salud. Hoy, por todo el trabajo que se hizo, podemos hablar de las cosas que pasan, de los delitos sexuales, de la violencia de género, decir ‘ni una menos’…”, destacó Isabel Yaconis.

La “madre del dolor” reconoció que a partir de lo sucedido con Lucila se produjeron muchos cambios y mejoras en el barrio: “Nosotros vivíamos en una zona donde la estación era súper oscura y ahí nos dimos cuenta que lo que le sucedió a ella le podría haberle sucedido a la hija o hijo de cualquier familia, a quien le podían quitar el derecho de transitar y de volver a casa”. 

“A partir de ello, la estación de Núñez tuvo el primer corredor de senderos seguros, a los chicos se les decía qué calles debían transitar, los comerciantes tenían los carteles de senderos seguros y eso empezó a funcionar bien”, explicó.

Isabel añadió que “además empezó a haber mucha vigilancia mediante patrullajes de la comisaría treinta y cinco por las escuelas y el corredor ferroviario se iluminó desde la estación Rivadavia hasta Lisandro de la Torre íntegramente”. 

“¿Que faltó? Creo que faltaron recursos para investigar a fondo en ese momento. Fue tan escueta la investigación… primero investigaron a mi familia, después a los compañeros del colegio y luego a sus amigos. Yo caminé con ellos las calles de mi barrio buscando pistas todos los días desde las seis de la mañana, pero los que investigaban no sabían bien dónde estaban parados”, agregó Isabel. 

Y concluyó: “Me dolería mucho pensar en que la causa quede archivada, siempre está la esperanza. Desde que mataron a Lucila mi vida se transformó, tuve una vida y ahora tengo otra, pero daría toda mi vida por tener a mi hija conmigo”.